Una
noche de agosto del 2012 mientras iniciábamos una reunión de planeación del
grupo de jóvenes adultos en la iglesia que asistía, mis lideres preguntaron
como me sentía. Mi respuesta fue “ok.” Al notar la falta de animo en mi seca
respuesta ellos propusieron hablar conmigo luego de terminar la reunión; a lo
cual yo cedi.
Tan
pronto iniciamos lo que parecía una intervención, mis lideres cuestionaron muy
cuidadosamente mi situación. Sinceramente la mayor parte de mi desanimo se
debía a que mis planes profesionales no llegaban a fruición en lo absoluto. Luego
de desahogarme y descargar todo el desaire que traía me sorprendieron con lo
siguiente: “Si alguien entiende lo que es sentir desesperanza por no ver
resultados ante varios intentos, somos nosotros.” Su empatía fue real, sincera,
y palpable.
Sin
embargo, el pináculo de la conversación tomo lugar cuando uno de ellos me
advirtió que “si tuvieras que escoger de nuevo entre tu situación o la nuestra,
escogerías tu propia situación.” Pero no fue hasta meses después que logre entender
la profundidad de sus palabras… déjame y te explico..
Unos de
mis programas favoritos en el canal HGTV (por sus siglas en ingles) es “Love it
or List it” que traducido es “Tu casa a juicio.” El show presenta
el conflicto entre parejas que después de muchos años de vivir en la misma
casa, despiertan a la realidad que sus casas han dejado de ser adecuadas para
el tamaño de la familia y su estilo de vida actual.
Debido
a estas complicaciones, alguien en la pareja desea vender la vieja casa y
comprar una nueva. Sin embargo, la otra persona desea hacer las remodelaciones
necesarias para permanecer en su propia casa. Como resultado, el éxito del show
se basa en que un agente de vienes raíces y una diseñadora de interiores dramatizan
una competencia para convencer a la pareja que su respectiva propuesta es la
mejor.
En el
transcurso de una hora el televidente es testigo de las nuevas casas que el
agente de vienes raíces muestra a la pareja. Muchas de estas casas representan
una oportunidad para la pareja de vivir en la casa de sus sueños.
Simultáneamente, la diseñadora lucha por hacer todo lo que esta al alcance de
su presupuesto para remodelar varias áreas de la casa actual y optimizar la
utilidad de espacio interior.
Para mi
resulta muy entretenido tratar de adivinar que decisión tomara la pareja al
final. La incógnita se convierte en ¿lograra el agente ganar una compraventa o
lograra la diseñadora remodelar la casa para hacer que la pareja no se cambie
de casa? Casi siempre yo apuesto que el agente de vienes raíces ganara y
convencerá a la pareja de cambiarse de casa.
Meses
después de mi intervención aquella noche de agosto, mientras miraba “Tu casa a
juicio,” recordé las palabras de mis lideres “si tuvieras que escoger otra vez entre
tu situación o la nuestra...” Y fue aquí que reflexione en que muchas veces muchos
de nosotros nos encontramos en un debate similar a esas parejas del programa. Pero
en vez de decidir entre una compraventa de vivienda o remodelar el interior de
la casa, muchos luchamos con la frustración interna por querer cambiar nuestra
situación. Quizás nos parece que nuestra vida no es funcional. Y así como esas
parejas que aspiran cambiar de casa, ¿cuanta veces no deseamos nosotros cambiar
de vida?
Creo
que no es coincidencia que la Biblia compara nuestras vidas a una casa (Mateo
7: 24-25). Pienso que podemos asimilar la idea que así como una casa tiene
elementos estructural y decorativos por dentro y por fuera, nuestras vidas
están compuestas de aspectos exteriores e interiores. Lo exterior de nuestras
vidas podrían ser aquellas cosas evidentes para las personas en nuestro
entorno; son cosas tal como nuestras posesiones, apariencia, acciones, y
palabras. Supongo que todo lo exterior de nuestra vida se resume en cual es nuestra
situación. No obstante, nuestro interior esconde nuestros sentimientos, pensamientos,
deseos, y motivaciones.
Te
comparto que para mi sorpresa, la mayoría de veces que veo “Tu casa a
juicio” descubro que las parejas escogen permanecer en sus casas después de ver el interior remodelado. Al
ver esto fui persuadida que un interior apropiado convierte una casa en un
hogar deseable para morar. Por lo tanto, si aplico esta idea a nosotros, creo
que tener un ser interior renovado invita a la alegría en nuestras vidas.
Entonces,
puede ser que nuestra situación no cambie, pero quizás nos hace falta remodelar
nuestro interior para aceptar o abrazar esa situación. Creo que en parte a esto
se referían mis lideres al decir “si tuvieras que elegir de nuevo.. escogerías
tu propia situación.”
Ahora,
no conozco tu situación actual, pero la pregunta seria ¿en que área de tu ser
interior harías remodelaciones para atraer nueva perspectiva a tu vida?
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