El
modelo económico de oferta y demanda se usa para imponer precios a productos o
servicios en el mercado. Primero, definamos brevemente que representan oferta y
demanda. Oferta se refiere a la disponibilidad de productos o servicios;
mientras que demanda se refiere a la cantidad deseada por los compradores.
Ahora,
el modelo de oferta y demanda refleja que cuando la demanda excede la oferta,
el precio de los productos o servicios aumenta. Este modelo económico refleja
que las personas están dispuestas a pagar mas por un producto o servicio que
esta en escaza oferta. Pero, el simple hecho que un comprador se disponga a
pagar mas implica que el comprador valoriza mas el producto o servicio.
Y es
que nadie puede escapar la realidad que el valor de las cosas radica en cuan
poco común sea. Simplemente, todos valoramos las cosas singulares,
infrecuentes, y excepcionales. Y no existe algo mas excepcional que la lluvia
en el desierto.
Los
días de lluvia suelen ser poco frecuentes en la ciudad de Phoenix. Debido a que
el sol brilla mas de 300 días al año, la ciudad se conoce como el Valle del Sol.
No obstante, si el año tiene 365 días, el clima del Valle inoportunamente nos
sorprende con lluvia por lo menos un 25 por ciento del año.
Verdaderamente
la lluvia genera entusiasmo porque interrumpe el calor que se vive en este
valle a diario. La lluvia torna un gran bullicio en medio del valle. Ya que la
lluvia es como ungüento para aplacar lo aridez del clima desértico, muchos
ofrecen gracias y alabanza a Dios declarando que el agua derramada es una
expresión del amor de Dios.
Pero
aunque la lluvia es tan anhelada en Phoenix, es curioso que la apreciación de
la lluvia varia alrededor de toda la tierra. La realidad es que no es igual de
grata en otras partes del mundo. Digamos que mientras mas común sea la lluvia
en una dada temporada o lugar, mas fastidiosa se puede tornar; mientras que
cuando la temporada rinde mas sequia, mas deseada es la lluvia. Y creo que el
se secreto para rendir mas alta estimación por la precipitación depende de la
frecuencia con la que se experimenta.
Y esto
también se aplica a nuestras vivencias. Es obvio que quienes viven
constantemente atribulados aprecian mas la bendición. De igual manera que quienes
frecuentan bendiciones rinden mas apreciación por la enseñanza que llega a raíz
de los momentos difíciles.
Pero si
meditamos en que experimentamos la vida a través de etapas y temporadas, nos
damos cuenta que todos llegamos a atravesar temporadas que son inusuales. En
algún momento todos hemos dicho o diremos “esto no me suele suceder” frente a
cierta situación. Lo curioso es que la misma frase se emplea sea que vivamos uno
de nuestros mejores momentos o nos toque tomar un trago amargo de la vida. De
tal manera que la etiqueta “inusual” es útil para describir algo bueno o algo malo.
Entonces,
es inevitable preguntarnos donde radica el valor de cada una de nuestras
temporadas? Y como apreciar cada una de ellas?
Creo
que la respuesta la encontramos al reconocer que cada temporada tiene su
encanto porque “Dios lo hizo todo hermoso para el momento apropiado”
(Eclesiastés 3: 11). Y así como apreciamos la belleza de un día lluvioso en
medio del desierto, de igual manera podemos valorar cada temporada de la vida,
sea buena o no tan buena.
Por lo
tanto, sea que vivas una de tus mejores temporadas o atravieses una temporada
amarga, disfruta cada momento! Porque la mayor esperanza, consolación y advertencia es que “Hay una
temporada para todo; y hay un tiempo para todo” (Eclesiastés 3:1).
Por
consiguiente, siendo que ninguna temporada es permanente ni perdurara para
siempre a nosotros nos corresponde enamorarnos del encanto de cada momento.